.Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya.

(Ray Bradbury)

domingo, 16 de abril de 2017

~ La década en la que se perdió la retórica

Y entonces pasó, un día, sin más. A mes y medio de que la echaran de casa. Estaba en el bar ese, tirada sobre ese colchón que olía a juventud mal llevada y a excesos, mecida por media botella de Bourbon cutre.

Ahora que sonaba el ‘Por qué’ de Envidia Kotxina, se había acordado de que había pasado una década desde que escuchara por primera vez el ‘Acaba ya’ de los madrileños de la mano de él y perdiera su virginidad a la hora de dejar que nadie le recomendara música.

Ahora que sonaba el ‘Por qué’ de Envidia Kotxina, se había acordado de que había pasado una década desde que, por primera vez, alguien le diera un abrazo y perdiera su virginidad a la hora de dejar que nadie le arañara sus emociones.

Ahora que sonaba el ‘Por qué’ de Envidia Kotxina, se había acordado de que había pasado una década desde que, por primera vez, alguien se sentara a escuchar recíprocamente sus gritos sordos y perdiera su virginidad a la hora de dejar que alguien le importaran.

Una década llena de amor a medio cocer, de una confianza trabajada a base de litros que te habrían en canal y de una transparencia construida a base de malas palabras en una plaza frente a lo que había sido un convento.

Una década que parece acabarse. Con gritos de verdad. Con el mierdeo que caracteriza a los recuerdos resentidos. Con los hilos más enredados que trenzados. Con más de 200 kilómetros de por medio. Con una canción, esta vez, de Placebo.

Y entonces pasó, un día, sin más. A mes y medio de que la echaran de casa. Estaba en el bar ese, tirada sobre ese colchón que olía a juventud mal llevada y a excesos, mecida por media botella de Bourbon cutre.

En un momento de lucidez lo vio sentado en el billar, con una luz cenital sobre él, una jarra de cerveza en su mano, media tirada sobre sus pantalones de militroncho y una rota bajo sus pies. Se levantó de un brinco, puso su peor cara de mala hostia y fue hacia él con ganas de partirle la cara. Le odiaba a más no poder.

Lo hizo. Y luego le dio el abrazo más fuerte que había dado en mucho tiempo a nadie. Él casi la tira al suelo con su reacción, le pregunto que qué coño hacía y que quién coño era.

Entonces ella también se preguntó que quién coño era él.

1 comentario:

.Gracias,