.Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya.

(Ray Bradbury)

viernes, 23 de diciembre de 2016

Así es 'Pathwork': crónica de una perfomance

El otro día fuimos a ver ‘Pathwork’, una obra nueva que están desarrollando en la Divina Comedia capitalina. La sinopsis de la obra ya nos avisa que ‘se trata de una obra de retales’, pero no nos imaginábamos que fuera para tanto, ¡os lo contamos en nuestro blog de ‘planes divertidos para dos’! ¡Sigue leyendo!



La obra estaba protagonizada por una tal Lu Anne y varios personajes que pululaban alrededor. En realidad podría ser un remake mal hecho de ‘El show de Truman’, aún así –ya que habíamos pagado 50 pavos- nos quedamos a verla. 

La tal muchacha era una ingeniera mal hecha. A su altura estaban un tal Thor que había llenado de desgracias su vida, una tal Tank Girl a la que le encantaba fardar, un par de gemelos insensatos con nombres innombrables que eran iguales en TODO y un buitre disecado que se llamaba Paco.

En sí la obra, de verdad, prometía ser la risa. Pero de repente, hostia. La tal Lu Anne empezó a hablar y yo creo que el soliloquio se le fue de las manos. 

- Sí, nos hemos convertido en personajes de ficción, compartiendo escenario, atrezzo y un guión: el de lo política y socialmente correcto. Hemos dejado de ser nosotros, el uno para con el otro, para convertirnos en quien creemos que debemos ser o en quien nos han dicho que seamos. Ahora eso sí, jamás hemos dejado que eso impida que nos relacionemos.

»Hoy nuestra vida es más que nunca un teatro donde los principales han pasado a secundarios o terciarios actores por decisión propia. Se mueven, en el mismo espacio –a veces ni eso- sin dirigirse una palabra, analizándose minuciosamente con la indiferencia de quien no se cree prescindible.

»Eran relaciones enfermas, tan tóxicas como degenerativas. «Para qué engañarse» nos decimos ahora, como si antes no hubiera tenido sentido. El declive había arrancado en el mismo momento en que cada uno tuvo que enfrentarse a sí mismo y darse cuenta del positivismo que nos mueve.

»Y, en una carrera por ver quién tiene más problemas del primer mundo, yo me paro, me bajo, me callo, como el Narciso que ha protagonizado toda mi trayectoria, decido que no voy a continuar corriendo, que desisto, que me rindo, que me humillo, que renuncio, que me aparto, que… lo dejo correr.

Y se abrigó en el silencio, dejó de tensar las cuerdas, de hecho incluso las intentó quemar.


Y, claro, al final la obra, pues te puedes imaginar… un puto horror. La gente no entendía nada, porque al final lo personal había trascendido a la ficción y se les había ido de las manos. No tenía ningún puto sentido. Los abueletes que jamás iban al teatro salieron escandalizados mientras los jóvenes contemporáneos estaban encantados y sacaban sus propias conclusiones. Supongo que se sintieron identificados.

A mí, la verdad, es que me pareció una mierda. Me parece fatal que la gente no sepa diferenciar lo laboral de lo profesional. Aún así se quedó una perfomance bastante curiosa; y una buena noche.

1 comentario:

  1. Jajaja, me ha encantado la sinceridad final: "A mí, la verdad, es que me pareció una mierda".

    Directo y clarito. Sin paños calientes.

    Salud!

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.Gracias,