Los sentimientos por fin se
encontraron, el problema es que lo habían hecho en el mismo dictamen; porque
no, esas cosas no viven en nuestras vísceras. Los sentimientos por fin se
encontraron, el problema es que lo habían hecho años después de que debieran
hacerlo; porque sí, esas cosas carecen de retórica y eufemismos varios. Los
sentimientos por fin se encontraron, el problema es que lo habían hecho en la
imaginación equivocada en un momento errante de aburrimiento.
Cuando se
encontraron, ésto sonaba de fondo en el cementerio de los estremecimientos.
Y de nada servía ya
que lo hubieran hecho; ahora, frente a la reciprocidad muerta.
Erik Johansson |
En el cementerio de los estremecimientos
descansaban, por fin tranquilos, libros con las páginas pasadas. En el cementerio
de los estremecimientos se deshacían páginas en blanco, aún por escribir, o
escritas por unx humanx solitarix. En el cementerio de los estremecimientos
reposaban las emociones ignoradas, hemofílicas, mefíticas. Y de nada sirve la
conmoción aséptica. Nada sirve en la necrópolis emocional.
«El pasado siempre vuelve»,
dicen. También dicen que «cualquier tiempo pasado siempre fue mejor». Mejor
pudo serlo, y, probablemente, si quien dijo eso hubiera administrado bien su
tiempo, tendría un presente conspicuo. Pero a nadie le interesa eso. Otro refrán
al caso: «Ni pidas a quien pidió, ni sirvas a quien sirvió».
Quizá llegues tarde. Lo que
soterraste ya está exánime.
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